Pancho Villa tenía debilidad por los fotógrafos estadounidenses, en particular por uno: Otis Aultman.
Fotografió la batalla de Casas
Grandes y Juárez en 1911 (ahí tomó su primera foto de Villa) y la rebelión de
Orozco en 1912. Villa lo llamaba, por su pequeño tamaño, el Gallito. Había
tenido una breve amistad con Villa en El Paso en 1912. En 1913 lo siguió de
Ciudad Juárez a Chihuahua. Se decía de él que era el único hombre vivo que
había insultado a Villa. Fue su fotógrafo más fiel. A Pancho no le gustaban los
lujos, pero Aultman le regaló un retrete de porcelana para su tren. Los
ayudantes de Villa pronosticaban la peor de las suertes cuando el general viera
aquello. Pero Villa no sólo no se enfadó sino que quedó encantado con el
aparato. Fascinado, tiró la cadena repetidas veces.
--Gracias, Gallito –dicen que
dijo a Aultman.
--Por nada –contestó Aultman.
--Mañana me cuentas cómo le hacen
los gringos pa’ bañarse en una chingadera tan chiquita.
Pancho Villa. Una
Biografía Narrativa (2006).
Paco Ignacio Taibo II
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