El famoso compositor Gioachino Rossini, autor de óperas como “El Barbero de Sevilla” y “Guillermo Tell”, encontrándose un día en el negocio de un anticuario parisiense, tratando la compra de una "Madonna" de un pintor italiano, cuadro por el que estaba vivamente interesado, el compositor ofrecía diez mil francos, en tanto que el anticuario pedía quince mil.
Discutieron así algunos instantes, y cuando parecía que no habrían de ponerse de acuerdo, el comerciante, mirando al músico con más detenimiento, como si lo reconociera le dijo:
---Bueno, por ser Usted le dejaré ese
cuadro en diez mil francos.
Feliz Rossini por la compra que
acababa de realizar, pero más aún por aquella prueba de su popularidad, pagó el
importe de la adquisición y rogó al anticuario que le mandase el cuadro al
hotel donde se hospedaba, a cuyo efecto le dio la dirección. Pero no había
hecho más que unos cuantos pasos en dirección a la puerta, cuando siente que el
comerciante lo llama:
--- ¿Qué ocurre?---pregunta Rossini.
Y el anticuario le dice:
---Señor, es que se ha olvidado de
darme su nombre...
Anecdotario Universal.
César Cabrera
Anecdotario Universal.
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