domingo, 13 de abril de 2014

Cuentas Claras


En el despacho del magnate del petróleo, John D. Rockefeller, se presentó un día un perturbado, que poniéndole una pistola en el pecho le gritó:
-¡Llegó tu hora! ¡Tienes que repartir entre la humanidad toda tu fortuna!
Conservando la calma, Rockefeller apartó la pistola y se puso a hacer unas cuentas. Cuando terminó le dijo al loquito:
-Ya sabe que mi fortuna es de dos mil millones de dólares y que los habitantes del mundo son unos mil ochocientos millones. Tocamos a un dólar y doce centavos cada uno. Tenga, aquí tiene lo que le corresponde y déjeme seguir trabajando.



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