jueves, 10 de abril de 2014

Tan Inmoral Como La Celestina


Luis Reyes de la Maza, escritor mexicano que ha destacado por sus investigaciones acerca de la historia del teatro y el cine en México, además de ser el autor y adaptador de las telenovelas mexicanas más populares de los años 70’s, nos narra en su autobiografía una anécdota ocurrida cuando laboraba como Supervisor General de Teatros del D.F. durante el gobierno del Regente Lic. Ernesto P. Uruchurtu, que se caracterizó como una época donde la censura llegó a los extremos:
“Un día me ocurrió algo que ya he escrito en otra ocasión y que nadie me ha querido creer. Y es que no se recuerda que no hay límite alguno para un pendejo. Resulta que el jefe de la Oficina de Espectáculos me llamó a su oficina una mañana y sostuvimos el siguiente diálogo que he perpetuado en mi memoria por insólito:
--Oiga, Reyes, ¿ya leyó esta pinche obra que quiere poner Álvaro Custodio?
--Sí, señor, La Celestina.
--¿Y qué opina de ella?
--Que es una joya de la literatura.
--¿Cómo se atreve a decir tamaña pendejada? ¿No la ha leído bien, o qué?
--Sí, señor, pero no comprendo…
--¡Se dice en ella 12 veces la palabra puta!
--Sí, efectivamente, pero…
--¡Es inconcebible! ¡No sé a dónde quieren ir a parar estos cabrones empresarios! ¡Si el señor regente se entera de esto los manda a Lecumberri por el resto de sus pinches vidas! ¿Cómo se llama el autor?
--Fernando de Rojas, señor.
--¡Pues vaya a buscarlo y dígale que de ninguna manera vamos a permitir su cochinada esta y que no ande escribiendo palabrotas que ofenden a la moral y a las buenas costumbres!
--Querrá usted decir que vaya a buscar a Álvaro Custodio…
--¡No! ¡A ese inmoral de Rojas! ¡Los autores mexicanos se creen muy chingones nomás porque ponen malas palabras! ¡Dígale que venga a hablar conmigo!
Desde muy joven aprendí que nunca hay que llevarle la contraria a un superior ni demostrarle que es inculto ni mucho menos tonto, así que prometí que buscaría a don Fernando de Rojas y le daría su recado. Días más tarde informé que el autor requerido se encontraba internado en un sanatorio, y a la semana participé al funcionario que había fallecido y por tanto no podría acudir a la cita. La Celestina fue prohibida.”
                 

Memorias de un Pentonto (1984)
Luis Reyes de la Maza

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