A principios del siglo XX, el multimillonario Andrew Carnegie sentía tal devoción por su perro que, tras perderlo a orillas del lago Michigan, acudió al periódico local para poner el siguiente anuncio:
“Se busca a un fox-terrier blanco que responde al nombre de Billy. Recompensa de mil dólares a quien lo encuentre”.
Al día siguiente comprobó como
el anuncio no se había publicado y Carnegie fue a la redacción a protestar,
pero al llegar allí comprobó que tan solo se encontraba la señora de la
limpieza:
-¿Es qué no hay nadie?
-preguntó, intrigado.
-No, por lo que he oído, se
han ido todos en busca de un perro blanco llamado Billy.
Revista en Red
José Luis Carranco
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