Nadie en su escuela habría dicho que Thomas Alva Edison iba a convertirse en uno de los grandes genios del siglo XX. De hecho, sus profesores creían que el muchacho tenía una inteligencia limitada, ya que le costaba asimilar sus enseñanzas. Pero su único problema real era una incipiente sordera provocada por la escarlatina.
El hecho que cambió su vida se produjo en 1862,
cuando tenía doce años. Salvó la vida del hijo del jefe de estación de policía
de su ciudad. Edison vio como el niño, que jugaba en las vías, iba a ser
arrollado por un tren y se lanzó sobre él, le tiró y le cubrió con su cuerpo
mientras el tren pasaba a escasos milímetros de ellos.
Por aquella hazaña, el chico fue recompensado
con un curso de telegrafía que fue el principio de su carrera como inventor.
Edison. The Youth and His Times.
W.E. Wise
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