Gustavo III de Suecia, un monarca que detestaba el café hasta el punto de creer que se trataba de una bebida letal y que su consumo prolongado podía causar la muerte. Para demostrarlo, se le ocurrió una idea absurda. Condenó a un reo de asesinato a ser ejecutado lentamente, bebiendo 12 tazas de café diarias, mientras un grupo de médicos iba comprobando su progresivo deterioro físico. Pero el soberano nunca vio el desenlace del experimento, ya que murió casi 10 años después, en 1792, asesinado por un disidente. Y en los años sucesivos fueron muriendo uno a uno los médicos que el rey había designado. De hecho, al final el único que quedó vivo fue el reo, quien acabó siendo indultado y murió mucho tiempo después, por causas perfectamente naturales. Aunque eso sí, nunca dejó de tomarse sus tacitas diarias de café.
Los 10 Hombres Más
Torpes de la Historia.
Revista Quo, Abril
2014.
Vicente Fernández
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