Venía Felipe IV del Escorial en una carroza cuyo cochero era conocido como el Catalán. Había nevado mucho y en un paso peligroso le dijo el cochero al rey:
--Apéese Vuestra Majestad, que no es nada seguro
este paso y podemos tener una desgracia.
No quiso Felipe IV bajarse del coche y al rato
volcó. Salió el rey como pudo de la carroza y oyó decir al Catalán.
--¡Me alegro!
--¿De qué te alegras, bribón?
Y dando pruebas de ingenio y mente rápida contestó
el cochero:
--De que Vuestra Majestad no se haya lastimado.
20minutos.es
Alfred López
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