El médico veterinario Luis Palazuelos Platas se encontraba con un grupo de colegas especialistas en fauna silvestre en un simposio en Monterrey. Durante un receso se encontraron con un veterinario que laboraba para un zoológico particular en Tijuana y que hacía un buen tiempo no se le veía en los congresos. Platicó que tuvo un peligroso accidente al manejar un chimpancé adulto. El primate le mordió y arrancó dos dedos de su mano derecha y arañó su cara abriéndole una herida a lo largo de su párpado inferior derecho y mejilla derecha. Afortunadamente se liberó del animal y fue tratado exitosamente en un hospital. Las cicatrices que presentaba en la cara, en el brazo y en la mano eran las pruebas de ese terrible suceso.
--Yo también tengo una cicatriz
–dijo uno de ellos, queriendo participar en la plática. Imprudentemente
descubrió su brazo derecho el cual mostraba una larga y ancha cicatriz que iba
del codo hasta el dorso de la mano. --Esto me lo hizo un tigre de bengala
cuando le iba a dar un tratamiento en su comida. Por poco y me corta la
cefálica.
Otro médico se descubrió parte
de la espalda levantándose la playera. Presentaba en el flanco derecho a nivel
lumbar tres cicatrices hundidas y brillosas de forma circular del tamaño de una
bola de golf mezcladas con otras en forma de rayas delgadas.
--A mí me mordieron dos monos
araña en su jaula de cuarentena. No me los podía quitar. Me dieron con saña los
desgraciados.
Un tercero no quiso quedarse
atrás y levantó parte de la pernera del pantalón y exhibió su pantorrilla
izquierda donde una cicatriz ancha y lisa de color rosa intenso en forma de
luna en cuarto menguante impresionó a todos.
--Aquí me mordió una cascabel
que acababa de ordeñar. Se me escapó, y al tratar de sujetarla la agarré por la
cola y que me da un rozón en la pierna. Eso fue una ventaja, además de que era
pequeña y estaba recién ordeñada. Tenía casi nada de veneno. Aunque me
inyectaron el suero anticrotálico se me necrosó un poco la herida.
La atención de todos se
dirigió hacia Palazuelos:
--¿Y tú, Luis? –Preguntó aquel
que contó su aventura con el tigre. --¿Qué cicatrices te han dejado los
animales después de tantos años?
Palazuelos con una sonrisa y
alisándose el bigote le respondió:
–Ninguna. No soy tan güey. Yo
sí me cuido.
Anecdotario
Personal (s/p)
Octavio Rojas
Soy hermana daniel herrera promotor le manda saludos y abrazo
ResponderBorrarMuchas gracias. Mando saludos afectuosos.
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