jueves, 23 de octubre de 2014

Frase Sin Dueño



Una vez José Saramago contó una anécdota que lo obligó a escribir una novela contra el olvido.
En una ocasión, al escribir un texto, lo abordó una frase: «Somos cuentos contando cuentos. Nada». Estuvo a punto de atribuírsela a Quevedo pero tuvo sus dudas, así que consultó sus notas personales del Ovidio nazón más narizado para estar seguro. Nada.
No se dio por vencido y consultó diccionarios de citas y epígrafes. Lo mismo.
Terminó (¿o empezó?), por releer la obra completa del presunto implicado y pensó que así terminaría, ya no su artículo, sino su peregrinar tortuoso. Tampoco.
Entonces pensó que todo no era más que una mala broma de esa transgresora universal que llamamos memoria y que seguramente era de Shakespeare: «Ahí se encuentra todo» se dijo, y repitió los mismos pasos en espera de resultados. Menos.
Intentó la misma operación con otros autores hasta que la resignación, y otras ocupaciones, lo hicieron desistir, pero, cuando menos se lo esperaba, volvía la frase sin dueño para atormentarlo.
Pasaron muchos años y en una de tantas mudanzas, revisando papeles y recortes de periódicos, se detuvo, sin motivo alguno, en una entrevista cuyo amarillo papel delataba su antigüedad. Normalmente hubiera archivado o pasado de largo el documento, pero algo lo hizo leerla por completo. Justo antes de terminarla, cuando ya iba a confinar los signos al olvido o al encierro —que en el fondo es lo mismo—, deletreó asombrado: «No somos más que cuentos que cuentan cuentos… probablemente nada».
La frase sin dueño buscada por años… ¡era suya! Y, cuando la recordó, además de atribuirla a un sin fin de autores, lo hizo de un modo distinto: «Somos cuentos contando cuentos. Nada.»
Como despedida agregó que ahora sólo le quedaba esperar que la memoria de otro, olvidando y recordando, añadiera —refiriéndose a sus libros— lo que su imaginación no pudo completar.

Memorias de Otros (2013).
Carlos Bautista Rojas

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