jueves, 23 de octubre de 2014

La Chica Soñada


George Gershwin se estaba convirtiendo en uno de los solteros más apetecibles de los Estados Unidos; desde el principio, sus amigos tenían curiosidad por saber cuál sería la muchacha. Comenzaron a oír rumores de “La Chica Soñada” (así se referían a ella, nunca por su nombre, el cual se ignora). Se trataba de una profesora de gimnasia de Chicago que le dio a Gershwin ejercicios físicos que él creía le hacían bien. El bienestar físico condujo a la infatuación. Sus amigos esperaban que se anunciara la boda. Nunca ocurrió; la siguió demorando. Pasaron los años. Un día Ira Gershwin, hermano de George, llamó a los amigos para dar una noticia devastadora: ¡La Chica Soñada se había casado! Ira no se animaba a decírselo a George y le suplicó al dramaturgo y guionista Samuel N. Behrman que lo relevara de esa desagradable tarea.
                --George –le dijo--, tengo malas noticias para ti. La Chica Soñada se casó.
                Sus ojos marrones mostraron un atisbo de dolor. Se quedó mirando a Behrman y finalmente habló.
                --¿Sabes? Si no estuviera tan ocupado, me sentiría horrible.

People in a Diary (1972).
S. N. Behrman

La Hora de Comer


Diógenes sentía desprecio por las convenciones sociales. Tanto que, ello le llevó a vivir en el interior de un tonel.
En cierta ocasión, uno de sus discípulos le preguntó:
--Maestro, dinos ¿a qué hora se debe comer?
--Depende, si eres rico puedes comer cuando quieras, y si eres pobre, siempre que puedas.

20minutos.es (2011)
Alfred López 

El Deber es Primero


Para mejor dar a conocer las posibilidades de la lámpara incandescente que acababa de inventar, Thomas Alva Edison propuso hacer iluminar por este procedimiento todo un barrio de Nueva York. En 1880 inició los preparativos: hizo construir una central eléctrica, instalar kilómetros de hilo y fabricar 15,000 lámparas con sus casquetes. Hubo que inventar todo lo que no había sido inventado aún: fusibles, interruptores… El 4 de septiembre de 1882 tuvo lugar la inauguración. Las autoridades fueron recibidas por un Edison en camisa blanca y traje impecable. Momentos más tarde, el inventor desaparecía. Se le buscó durante un buen rato y, finalmente, se le encontró, con el traje arrugado y manchado de aceite. Había una máquina que funcionaba mal y fue a repararla.

Dime Quién Es (1971).
Simone y Georges Monlaü

Cena Solo


A la salida de un concierto en Nueva York, una joven pareja se acercó al violinista Jascha Heifetz y le dijo: 
--Esta noche ofrecemos una gran cena en nuestra casa. ¿Por qué no viene usted y trae su violín?
--Lo siento mi violín no come –respondió el músico.
                            
estrenando-dia.blogspot.mx (2013).
Ramón E. Rivas

La Madre Teresa


Facundo Cabral tuvo la oportunidad de visitar a la Madre Teresa de Calcuta y éste es su testimonio:
“Cada vez que yo entraba a la casa de la Madre Teresa, sentía que Dios recién había salido.
“Una señora, impresionada por verla bañar a un leproso, le dijo: Yo no bañaría a un leproso ni por un millón de dólares, a lo que Teresa contestó: Yo tampoco, porque a un leproso sólo se lo puede bañar por amor.
“Le pregunté a la Madre Teresa de Calcuta: ¿Cuándo descansa?  Y me dijo: Descanso en el amor. Le pregunté: ¿Cuál es el lugar del hombre? Y me dijo: Donde sus hermanos lo necesitan. Le dije: Nunca la escuché hablar de política. Y me dijo: Yo no puedo darme el lujo de la política. Una sola vez me detuve 5 minutos a escuchar a un político, y en esos 5 minutos se me murió un viejecito en Calcuta”.

titulosfelices.blogspot.mx (2012).
Edymix

Frase Sin Dueño



Una vez José Saramago contó una anécdota que lo obligó a escribir una novela contra el olvido.
En una ocasión, al escribir un texto, lo abordó una frase: «Somos cuentos contando cuentos. Nada». Estuvo a punto de atribuírsela a Quevedo pero tuvo sus dudas, así que consultó sus notas personales del Ovidio nazón más narizado para estar seguro. Nada.
No se dio por vencido y consultó diccionarios de citas y epígrafes. Lo mismo.
Terminó (¿o empezó?), por releer la obra completa del presunto implicado y pensó que así terminaría, ya no su artículo, sino su peregrinar tortuoso. Tampoco.
Entonces pensó que todo no era más que una mala broma de esa transgresora universal que llamamos memoria y que seguramente era de Shakespeare: «Ahí se encuentra todo» se dijo, y repitió los mismos pasos en espera de resultados. Menos.
Intentó la misma operación con otros autores hasta que la resignación, y otras ocupaciones, lo hicieron desistir, pero, cuando menos se lo esperaba, volvía la frase sin dueño para atormentarlo.
Pasaron muchos años y en una de tantas mudanzas, revisando papeles y recortes de periódicos, se detuvo, sin motivo alguno, en una entrevista cuyo amarillo papel delataba su antigüedad. Normalmente hubiera archivado o pasado de largo el documento, pero algo lo hizo leerla por completo. Justo antes de terminarla, cuando ya iba a confinar los signos al olvido o al encierro —que en el fondo es lo mismo—, deletreó asombrado: «No somos más que cuentos que cuentan cuentos… probablemente nada».
La frase sin dueño buscada por años… ¡era suya! Y, cuando la recordó, además de atribuirla a un sin fin de autores, lo hizo de un modo distinto: «Somos cuentos contando cuentos. Nada.»
Como despedida agregó que ahora sólo le quedaba esperar que la memoria de otro, olvidando y recordando, añadiera —refiriéndose a sus libros— lo que su imaginación no pudo completar.

Memorias de Otros (2013).
Carlos Bautista Rojas

Por Necio


Venía Felipe IV del Escorial en una carroza cuyo cochero era conocido como el Catalán. Había nevado mucho y en un paso peligroso le dijo el cochero al rey:
--Apéese Vuestra Majestad, que no es nada seguro este paso y podemos tener una desgracia.
No quiso Felipe IV bajarse del coche y al rato volcó. Salió el rey como pudo de la carroza y oyó decir al Catalán.
--¡Me alegro!
--¿De qué te alegras, bribón?
Y dando pruebas de ingenio y mente rápida contestó el cochero:
--De que Vuestra Majestad no se haya lastimado.

20minutos.es
Alfred López

La Buena Impresión


En 1938, el primer ministro británico, Arthur Neville Chamberlain, tras regresar de su viaje a Berlín donde firmó el llamado Pacto o Acuerdos de Múnich, se expresó muy bien del canciller alemán: “Si hubiera más hombres como Hitler, la paz estaría garantizada en Europa”. Y un año después, los nazis invadieron Polonia.

Los 10 Hombres Más Torpes de la Historia.
Revista Quo, Abril 2014
Vicente Fernández

miércoles, 22 de octubre de 2014

Profesional Costoso


George Gershwin se psicoanalizó con el Dr. Gregory Zilboorg durante un año, entre 1934 y 1935. Su amiga, la compositora Kay Swift se lo presentó. Swift sintió después que fue una de las sugerencias más desafortunadas que le hizo a Gershwin. Zilboorg parece haber ofendido al compositor, quien sólo tenía curiosidad sobre el psicoanálisis y sobre sí mismo y no era un neurótico acomplejado por su madre, como se ha dicho.
Una vez, durante una seria discusión que mantuvo con Rouben Mamoulian sobre psicoanálisis, éste le preguntó a Gershwin:
--Dime, George, ¿cuánto cobra normalmente un psicoanalista?
George se sonrió y contestó:
--Averigua cuánto ganas y luego te cobra más de lo que puedes pagar.

El Mundo de Gershwin (1992).
Edward Jablonski

miércoles, 15 de octubre de 2014

Público Culpable


El día 27 de octubre de 1927 se estrenaba en el Teatro Fontalba de Madrid una obra titulada El Hijo del Diablo, con Margarita Xirgu como protagonista. Tras la representación, y en medio de la ovación del público, Ramón del Valle-Inclán, que ocupaba una butaca de platea, levantó la voz, y con ademanes descompuestos gritó tres veces: “¡Muy mal!”. Cerca de él se encontraba el comisario de vigilancia de ese distrito, que intentó expulsarlo de la sala. El escritor se resistió, y el comisario procedió a detenerlo entre los aplausos de la mayoría del público. Entonces Valle-Inclán pronunció su memorable: “¡Arreste a los que aplauden!”.

Anecdotario de Valle-Inclán: Vida y Leyenda de un Escritor Heterodoxo (2006).
Óscar Santos García

domingo, 12 de octubre de 2014

Indiscreto


En 1932, el entonces alcalde de Nueva York, James John Walker, pronunció un brindis irrepetible al cumplirse el segundo centenario del nacimiento de George Washington:
--En memoria del hombre que supo ser el primero en la guerra, el primero en la paz y el primero en el corazón de sus conciudadanos…
Pero, animado por el vino, continuó:
--Lo que no comprendo es cómo, gustándole tanto ser el primero en todo, se casó con una viuda.

20minutos.es (2011).
Alfred López 

La Más Popular


En 1965 la canción “Yesterday” rápidamente llegó a ser Número 1 en Estados Unidos. Es la versión más popular del catálogo de The Beatles, regrabada más de 2,500 veces, algo que no le cayó muy bien a John Lennon. Alguna vez bromeó diciendo: “Voy a restaurantes y los grupos siempre tocan ‘Yesterday’. Incluso, una vez firmé el violín de un chico en España tras haber tocado ‘Yesterday’, él no entendía que yo no había escrito la canción. Pero supongo que no podía ir por todas las mesas tocando ‘I Am the Walrus’”.

The Beatles. 100 Grandes Canciones (2011).
Revista Rolling Stone

Reclamo


Una mujer muy pintada criticó al pintor François Hyacinthe Rigaud un retrato que le había hecho...
--Estos colores no son los de mi cara.
--Pues me extraña, señora, porque los compramos en la misma tienda.

Revista en Red

Sonata Para Teresa


En 1810, Ludwig van Beethoven acudió a un recital que iba a ejecutar, según le aseguraron, un prodigio de la música. Se trataba de una niña llamada Teresa, la cual tenía fama de precoz pianista que, en efecto, deslumbró a todos los presentes… hasta que llegó el momento de interpretar una pieza del compositor alemán.
La pequeña se aturdió tanto que se vio incapaz de tocarla y abandonó la sala entre sollozos. Beethoven corrió tras ella y le preguntó el porqué no había podido seguir con su pieza. Teresa, limitó a excusarse asegurando que todas las composiciones eran muy difíciles. Para sosegarla, el músico, prometió componerle una sonata sólo para ella.
Y así fue, al día siguiente, la joven pianista recibió una partitura inmortal. Se titulaba “Para Teresa”.
La pieza ha pasado a la historia bajo el título dePara Elisa, pero no se sabe bien si por error de algún copista o por la mala caligrafía del genial compositor.
Aunque la vida amorosa de Beethoven es algo confusa y bastante desconocida, algunos indicios apuntan a que la precoz pianista no era otra que Teresa Malfatti, de la que años después, al reencontrarla, se enamoró y quiso contraer matrimonio, siendo rechazado por la inspiradora de una de las sonatas más famosas de la historia de la música.

blogcindario.com (2006).
Bach24111

jueves, 9 de octubre de 2014

Revés Filosófico


Un día Voltaire, el célebre filósofo y escritor francés, llamó a su sirviente y le dijo:
--Tráeme mis zapatos.
El sirviente se los trajo, pero dándose cuenta Voltaire que estaban cubiertos de polvo le dijo severamente:
--¡Haz olvidado de limpiarlos!
--No vale la pena limpiarlos –respondió el sirviente--, las calles están tan polvorientas que es inútil limpiarlos, porque pronto estarán sucios de nuevo.
Voltaire permaneció silencioso. Se puso calmadamente sus zapatos y estaba a punto de salir cuando el sirviente le dijo:
--Señor, las llaves.
--¿Qué llaves? –preguntó Voltaire.
--Las llaves de la alacena para preparar mi almuerzo.
--Pero, ¿para qué preparas tu almuerzo? Al poco tiempo de haber comido, tendrás tanta hambre como la tienes ahora.
Y diciendo eso, el escritor salió a la calle dejándolo solo en la casa… y hambriento.

Vampiro Erudito (2012).

miércoles, 8 de octubre de 2014

Explosivo


Simón Bolívar fue un muchacho indisciplinado y salvaje, por esta razón antes de la muerte de su madre queda a cargo del licenciado José Sáenz, consejero familiar y manejador de las propiedades de los Bolívar. Un día el licenciado Sáenz lo llamó barrilito de pólvora y Simón le respondió:
--Tenga cuidado, no se me acerque, puedo estallar.

Anécdotas de Simón Bolívar (2009).
Héctor Blanco Castillo

viernes, 3 de octubre de 2014

Creador de Ídolos


En la década de 1930 el talabartero Antonio H. Martínez, oriundo de la Ciudad de León, Guanajuato, abrió un taller de calzado deportivo en la Ciudad de México, especializándose en botas para boxeador. En aquellos años la lucha libre era un deporte nuevo, traído de Estados Unidos, que tuvo bastante auge entre el público mexicano. Antonio se hizo aficionado a él y muy pronto comenzó a diseñar botas especiales para estos gladiadores. Un día recibió la visita del luchador de origen irlandés Ciclón McKey, quien entonces era la principal atracción en las funciones. Éste le pidió la confección de un antifaz que le permitiera ocultar su identidad en el cuadrilátero pero además fuera difícil de quitar por sus contrincantes. El secreto del talabartero fue tomar 17 medidas específicas de la cabeza, que aseguraban un diseño anatómico, para crear la máscara perfecta, fórmula que aún permanece.

Muy Especial Num. 2 (2007).
Preguntas y Respuestas 2007

Muy Cuidadoso


El médico veterinario Luis Palazuelos Platas se encontraba con un grupo de colegas especialistas en fauna silvestre en un simposio en Monterrey. Durante un receso se encontraron con un veterinario que laboraba para un zoológico particular en  Tijuana y que hacía un buen tiempo no se le veía en los congresos.  Platicó que tuvo un peligroso accidente al manejar un chimpancé adulto. El primate le mordió y arrancó dos dedos de su mano derecha y arañó su cara abriéndole una herida a lo largo de su párpado inferior derecho y mejilla derecha. Afortunadamente se liberó del animal y fue tratado exitosamente en un hospital. Las cicatrices que presentaba en la cara, en el brazo y en la mano eran las pruebas de ese terrible suceso.
--Yo también tengo una cicatriz –dijo uno de ellos, queriendo participar en la plática. Imprudentemente descubrió su brazo derecho el cual mostraba una larga y ancha cicatriz que iba del codo hasta el dorso de la mano. --Esto me lo hizo un tigre de bengala cuando le iba a dar un tratamiento en su comida. Por poco y me corta la cefálica.
Otro médico se descubrió parte de la espalda levantándose la playera. Presentaba en el flanco derecho a nivel lumbar tres cicatrices hundidas y brillosas de forma circular del tamaño de una bola de golf mezcladas con otras en forma de rayas delgadas.
--A mí me mordieron dos monos araña en su jaula de cuarentena. No me los podía quitar. Me dieron con saña los desgraciados.
Un tercero no quiso quedarse atrás y levantó parte de la pernera del pantalón y exhibió su pantorrilla izquierda donde una cicatriz ancha y lisa de color rosa intenso en forma de luna en cuarto menguante impresionó a todos.
--Aquí me mordió una cascabel que acababa de ordeñar. Se me escapó, y al tratar de sujetarla la agarré por la cola y que me da un rozón en la pierna. Eso fue una ventaja, además de que era pequeña y estaba recién ordeñada. Tenía casi nada de veneno. Aunque me inyectaron el suero anticrotálico se me necrosó un poco la herida.
La atención de todos se dirigió hacia Palazuelos:
--¿Y tú, Luis? –Preguntó aquel que contó su aventura con el tigre. --¿Qué cicatrices te han dejado los animales después de tantos años?
Palazuelos con una sonrisa y alisándose el bigote le respondió:
–Ninguna. No soy tan güey. Yo sí me cuido.


Anecdotario Personal (s/p)
Octavio Rojas

En Tlacotalpan Renació


El 30 de octubre de 1968, Agustín Lara cumplía 71 años (aunque él decía tener sólo 68), vivió el que fue acaso su último día plenamente feliz, cuando Tlacotalpan, la alegre población veracruzana donde el músico supuestamente había nacido, le rindió un conmovedor homenaje.
El recorrido entre el puerto de Veracruz y Tlacotalpan, había sido triunfal y placentero. A bordo del autobús convertido en salón de fiestas, meseros hacían circular viandas y vinos entre las guapas mujeres y los distinguidos invitados que acompañaban al célebre compositor. Mientras, un conjunto de guitarristas ejecutaba ininterrumpidamente lo mejor de su música. A lo largo de la ruta, en diversos pueblos y rancherías, se hicieron otras tantas escalas con abundantes libaciones; se trataba de “saludar a los paisanos”. Más de cinco horas demoró Agustín su arribo a Tlacotalpan.
Los “coterráneos” de Lara no repararon en gastos y esfuerzos para enaltecer al músico-poeta, festejar su cumpleaños y celebrar el retorno a la “patria chica”. Alrededor de él estuvieron desde el alcalde hasta el más humilde lugareño, lo mismo que las familias pudientes y los rancheros ricos. Se sirvió un banquete de mil cubiertos, en el cual Agustín abrazó enternecido a algunos viejecitos que decían recordar al “chiquillo travieso, retozón e inteligente” que había salido del pueblo muchos años atrás en busca de la fama. En la escuela local se registró una escena conmovedora. Un anciano, nonagenario y ciego, fue a su encuentro en una silla de ruedas para saludar a “su viejo alumno”. Con voz temblorosa hizo tiernos recuerdos. Finalmente, Lara fue a postrarse ante el Cristo Negro de la iglesia del pueblo.
Lara fue tan feliz en Tlacotalpan aquel día de 1968, que tal vez no recordó siquiera que estaba viviendo una mentira, un incomprensible mito urdido por él mismo. Treinta años atrás había conseguido una constancia expedida por la oficina del Registro Civil de Tlacotalpan, que lo acreditaba como nativo de esa población “por información de testigos”, ya que en los archivos correspondientes no se encontró su acta de nacimiento. Y no podía encontrarse ahí porque Lara había nacido en la Ciudad de México, el 30 de octubre de 1897, o sea tres años antes del 1900 que él hizo anotar en el acta que lo hacía aparecer como tlacotalpeño.
Al morir en 1970, el músico se llevó a la tumba el secreto de los motivos que lo indujeron a hacerse pasar por nativo de Tlacotalpan. Corre por Veracruz una anécdota según la cual alrededor de 1930 Lara visitó a un rico azucarero de la región, amigo suyo, en unión del periodista Juan Malpica Silva, director de El Dictamen de Veracruz. El trío se corrió una parranda de una semana, durante la cual el músico y sus amigos estuvieron a punto de perder la vida. La lancha en que se paseaban zozobró en un vericueto cercano a Tlacotalpan y sus ocupantes pasaron una noche terrible, asidos a una enramada, hasta que unos lugareños los rescataron. Más tarde, al narrar el caso, Lara comentaría:
              --En Tlacotalpan volví a nacer.

La Música Mexicana (1981).
Salvador Morales