David Alfaro Siqueiros durante la inauguración de una de sus tantas exposiciones, rodeado de admiradores y admiradoras, una hermosa señora se lanzó sobre el pintor y le plantó un beso en la cara, tan cerca como pudo de los labios. Dominó el salón pletórico del Palacio de Bellas Artes la voz guerrera de Angélica, su esposa:
--¡David!
Dio vuelta el rostro inocente del pintor:
--Pero, hija, mujer que besa en público no besa en
privado.
Los Presidentes (1986).
Julio Scherer
García.
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