Cierto día, un rico ateniense encargó a Sócrates la educación de su hijo. El filósofo le pidió por aquel trabajo quinientos dracmas, pero al hombre le pareció un precio excesivo.
--Por ese dinero puedo comprarme un asno.
--Tiene razón. Le aconsejo que lo compre y así tendrá dos.
20minutos.es
Alfred López
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