A veces una broma, una anécdota, un momento insignificante, nos pintan mejor a un hombre ilustre, que las mayores proezas o las batallas más sangrientas. -Plutarco
viernes, 23 de octubre de 2015
Simulación
En 1964 se terminó de construir el laboratorio de análisis clínicos del Hospital Juárez. El edificio era moderno y funcional, muy bonito. El problema es que todos los aparatos eran prácticamente unos vejestorios, tenían cuando menos veinte años de antigüedad.
El doctor Santiago Fraga, jefe del laboratorio, comunicó a sus colaboradores que el presidente Adolfo López Mateos inauguraría el nuevo edificio, y pidió al personal presentarse con sus mejores batas. Llegó el día esperado, y como siempre, las químicas se presentaron muy temprano.
La sorpresa fue mayúscula: los viejos aparatos habían sido recogidos y en su lugar fueron colocados colorímetros, centrífugas, microscopios y demás instrumentos, todos nuevos, flamantes, luminosos. La alegría era inmensa, a partir de ese momento podrían trabajar en mejores condiciones. Llegó el presidente, saludó de mano, se retrató. Una vez que terminó el acto oficial las químicas regresaron al laboratorio y se encontraron con otra sorpresa. Personal de la Secretaría de Salubridad y Asistencia había recogido todo el material dejando vacío el lugar. Necesitaban llevarlo a otra inauguración. Con cierto desánimo las químicas tomaron los viejos instrumentos y se pusieron a trabajar. El único consuelo que guardaron, sí podía considerarse así, fue haber estrechado la mano del presidente.
365 Días Para Conocer la Historia de México (2011).
Alejandro Rosas
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