“¡Cómo deben llorar en la última hora/ los inmóviles párpados del muerto!”, escribió el poeta Manuel Acuña. Sin saberlo, sus líneas fueron proféticas: su cuerpo embalsamado que yacía sobre el ataúd mostraba el rostro inexpresivo de la muerte y de sus ojos cerrados no dejaban de brotar lágrimas constantemente.
99 Pasiones en la
Historia de México (2012).
Alejandro Rosas
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