Algunos presidentes de México se han enriquecido escandalosamente con el poder. Otros, han sido más modestos en sus ambiciones de oro. Y otros, definitivamente, salieron tan pobres o más de como entraron.
Mariano Arista dejó el
poder “sin un clavo”. Salió del Palacio
terminando su mandato. Ya en la calle, teniendo como escenario el majestuoso ex
Palacio de Cortés, una limosnera ancianita le pidió ayuda. Don Mariano sacó la
única moneda que llevaba. La entregó a la desposeída. ¿Resultado? Tuvo que irse
a casita a pie. Como este hecho insólito sucedió frente a la puerta donde
entran y salen los Presidentes de la República, el vulgo dio en llamarla “Puerta Mariana”.
Los Presidenciables
(1981).
René Eclaire
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