José Mojica logró un gran éxito mundial como cantante de ópera y como actor en películas filmadas en Hollywood. Estando en el punto más alto de su fama, la muerte de su madre lo lleva a una depresión de la cual surge el anhelo de cambiar el rumbo de su vida de manera drástica, y consagrar su vida a Dios.
Donó
toda su gran fortuna a los pobres, abandonó la fama, dejó los escenarios y las
admiradoras y decidió enclaustrarse a un monasterio de franciscanos y ordenarse
como sacerdote.
En alguna
ocasión refirió que la decisión también fue influenciada por una aparición de
Santa Teresita del Niño Jesús, quien le exhortó a seguir los pasos de Jesús.
En
el año de 1942, Mojica ingresó al Seminario Franciscano del Cuzco, en Perú, y
adoptó el nombre de Fray José Francisco de Guadalupe.
Estando
en el seminario dudó por un momento de seguir su ordenación de sacerdote. Recordó
que alguna vez alguien le recomendó rezar con mucha fe la Novena a Santa
Teresita del Niño Jesús si tenía una duda grave, y así la Santa le enviaría una
señal como respuesta. Dentro de su oración, Mojica pidió como señal una rosa
roja y un geranio blanco. Si él recibía esas flores significaba que Dios estaba
de acuerdo en que dedicara el resto de su vida al sacerdocio.
Un 16
de septiembre un novicio, compañero suyo, tocó a su puerta, felicitándolo por
la conmemoración de la independencia de México, y como signo de amistad al
único mexicano de ese seminario en Perú, le obsequió un ramo sencillo de flores
que recordaban los colores de la bandera mexicana: verdes las hojas, blanco el
geranio y roja la rosa.
El 13
de julio de 1947 confirmando su anhelo religioso se ordenó sacerdote en el
Templo Máximo de San Francisco de Jesús, en la ciudad de Lima, donde cantó su
primera misa 7 días después de su ordenación.
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