Todos los días, a primera hora, Alejandro Magno daba órdenes a sus generales y les decía todo lo que tenían que hacer. Y por la noche les pedía cuentas de si lo habían hecho o no. Una vez, uno de los generales, llamado Pimérides, había dejado una cosa sin hacer y, al rendir cuentas, dijo:
—Esto será lo
primero que haré mañana.
Alejandro le
preguntó:
—¿Sabes cómo he
podido conquistar un imperio tan grande en tan poco tiempo?
Pimérides empezaba un
discurso en elogio del valor guerrero de su jefe y Alejandro le atajó:
—No, no. Todo esto se
supone. Lo he podido hacer no dejando nunca nada para el día siguiente.
Antología de Anécdotas (1971).
Noel Clarasó
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