El presidente Adolfo López Mateos ofreció un banquete en el Palacio Nacional al presidente estadounidense John F. Kennedy y a su esposa, la famosa Jacqueline. El presidente mexicano tenía gran afición por los relojes de pulsera y aquel día portaba uno realmente hermoso y fuera de lo común. El presidente Kennedy, posiblemente para hacer un cumplido, elogió a López Mateos su reloj y éste, sonriente, escuchaba las frases de Kennedy que ponderaban el buen gusto del presidente mexicano en materia de relojes.
--Es realmente bello –afirmó
Kennedy.
Lo anterior dio por resultado
que López Mateos se despojara de su cronométrica joya y le dijera a Kennedy:
--Permítame usted el honor de
obsequiarle mi reloj ya que, estoy seguro, realmente le ha gustado.
Kennedy emocionado, agradeció
el presente manifestando agradecimiento a su amigo mexicano.
Minutos más tarde, durante el
mismo banquete, López Mateos, dijo a Kennedy:
--Yo deseo felicitarlo, señor
presidente, por tener una esposa tan distinguida, tan bella y tan hermosa;
realmente es usted un hombre afortunado y no puede haber nadie que no lo
envidie porque, dicho sea con todo respeto, mi querido amigo, su esposa es algo
excepcional…
Al escuchar lo anterior, el
presidente Kennedy se fue desabrochando el reloj que ya había colocado sobre su
muñeca izquierda y antes de que terminara el elogio de López Mateos para
Jacqueline, dijo:
--Señor presidente López
Mateos, estoy pensando que será mejor que le devuelva su reloj…
Las Mil Anécdotas y
Un Comentario (1971).
Octavio Aguilar de la Parra
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