viernes, 8 de enero de 2016

Igualdad

   
Un par de años después de la Revolución Rusa, cuando el régimen comunista acababa de ser instaurado en la Unión Soviética, la prima ballerina Ana Pavlova estaba en su camerino a punto de subir a escena, arreglando los últimos detalles de su vestuario, cuando le avisaron que una de las acomodadoras del teatro quería hablar con ella. Pavlova accedió un poco sorprendida.
                --¿Qué se le ofrece? –preguntó.
                --Mire, camarada, yo le venía a decir que, francamente, siento que es una injusticia lo que están haciendo. Ya nos dijeron los bolcheviques que en este nuevo régimen todos somos iguales, tenemos los mismos derechos y debemos obtener los mismos ingresos. Bueno, pues, muy bien; pero, ¿por qué entonces usted gana más de cinco veces lo que yo gano?
                Pavlova se quedó pensando medio minuto y le contestó:
                --Camarada, tiene usted toda la razón. Le voy a decir a la compañía que, de ahora en adelante, usted y yo ganemos lo mismo. Sólo que, a partir de esta noche, usted baila y yo acomodo.

El Libro de las Anécdotas (2015).
María del Pilar Montes de Oca Sicilia

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