Un par de años después de la Revolución Rusa, cuando el régimen
comunista acababa de ser instaurado en la Unión Soviética, la prima ballerina Ana Pavlova estaba en su
camerino a punto de subir a escena, arreglando los últimos detalles de su
vestuario, cuando le avisaron que una de las acomodadoras del teatro quería
hablar con ella. Pavlova accedió un poco sorprendida.
--¿Qué se le ofrece? –preguntó.
--Mire, camarada, yo le venía a
decir que, francamente, siento que es una injusticia lo que están haciendo. Ya nos
dijeron los bolcheviques que en este nuevo régimen todos somos iguales, tenemos
los mismos derechos y debemos obtener los mismos ingresos. Bueno, pues, muy bien;
pero, ¿por qué entonces usted gana más de cinco veces lo que yo gano?
Pavlova se quedó pensando medio
minuto y le contestó:
--Camarada, tiene usted toda la
razón. Le voy a decir a la compañía que, de ahora en adelante, usted y yo
ganemos lo mismo. Sólo que, a partir de esta noche, usted baila y yo acomodo.
El Libro de las Anécdotas (2015).
María del Pilar Montes de Oca Sicilia
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