Terminada la época de los tiros, el general mexicano Ireneo Rauda decidió hacer campaña para gobernador de su natal Michoacán. Lo primero que hizo fue contratar a un licenciado para secretario particular y saquear una hacienda a modo de hacerse de dos o tres carros de maíz. Al llegar a un pueblo miserable, Apaseo, hizo tronar docenas de cohetones, ordenó a la banda que tocara algunas piezas, le dio de foetazos al cura para que las campanas se echaran al vuelo y reunida la gente en la plaza mayor procedió a ordenar a su gente que repartiera sacos de maíz al pueblo muerto de hambre, iniciando luego su discurso:
--Pueblo de Michoacán. Al
empezar mi campaña para gobernador…
El licenciado, su secretario
particular, le hizo una seña discreta. Rauda volteó hacia él inquiriendo la
causa. El licenciado le susurró:
--Aquí todavía no es
Michoacán. Es Guanajuato…
Rauda hizo una mueca de rabia,
dejó empezado el discurso y dirigiéndose a sus hombres gritó:
--¡Recojan ese maíz y
juímonos!...
Memorias de un
Reportero (1965).
Roberto Blanco Moheno
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