“Un
estudiante estaba a punto de recibir un cero por la respuesta que había dado a
un problema de física: ‘Lea la pregunta del examen y decida: Demuestre cómo es
posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro’.
“El
estudiante había respondido: ‘Lleva al barómetro a la azotea del edificio y
átale una cuerda muy larga. Descuélgalo hasta la base del edificio, marca y
mide. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio’.
“Sugerí
que se diera al alumno otra oportunidad. Le concedí 6 minutos para que me
respondiera la misma pregunta, pero esta vez con la advertencia de que en la
respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.
“El
estudiante escribió la siguiente respuesta: ‘Toma el barómetro y lánzalo al
suelo desde la azotea del edificio, calcula el tiempo de caída con un
cronómetro. Después aplica la fórmula que dice que la altura es igual a 0.5 por
la aceleración de la gravedad en la Tierra por el cuadrado del tiempo, y así
obtenemos la altura del edificio’.
“Perfecto,
le dije, ¿y de otra manera?
“’Por
supuesto, si lo que quiere es un procedimiento más sofisticado se puede atar el
barómetro con una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si tenemos en
cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en
trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la
diferencia de estos valores y aplicando una sencilla fórmula trigonométrica,
podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio… En fín –concluyó--
existen otras muchas maneras’.
“Le pregunté
si no conocía la respuesta convencional al problema. Dijo que evidentemente la
conocía, pero que durante sus estudios sus profesores habían intentado
enseñarle a pensar.
“El
estudiante se llamaba Niels Bohr, físico danés, Nóbel de Física en 1922, quien
fue un innovador de la teoría cuántica”
Gabriela Jaramillo
Este tipo de anécdotas son las que mejor pueden ilustras a los estudiantes sobre el verdadero propósito de la educación.
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