En la España del siglo XVII, era común que la gente orinara en las esquinas, en los portales o en las mismas puertas de las casas. Para evitar estas evacuaciones, algunos vecinos ponían en las puertas y paredes especialmente críticas o atractivas a la micción, una cruz o la representación de algún santo.
Por lo visto, Francisco de Quevedo tenía la costumbre de utilizar comúnmente un determinado portal como urinario. Un día se encontró en él una cruz y a pesar de todo, siguió cumpliendo con su costumbre por otra parte tan natural. En su siguiente visita, junto a la cruz había un cartel con el texto: «Donde se ponen cruces no se mea».
Quevedo, muy seguro de sí mismo, escribió debajo: «Donde se mea no se ponen cruces».
Curistoria. Curiosidades y Anécdotas de la Historia (2013).
Manuel J. Prieto
No hay comentarios.:
Publicar un comentario