domingo, 30 de agosto de 2020

Intrincado Bautizo


          Rosalía Valdés Julián, hija de Germán Valdés “Tin Tan”, cuenta que a los pocos días de que había nacido su padre, cuando lo llevaron a bautizar allá por 1915, el cura que oficiaba la ceremonia acabó todo empapado, y no precisamente por el agua bautismal con que rociaba la mollera del niño. Todo fue por el incidente suscitado cuando la abuela determinó ante la pila bautismal que su nieto debía llevar el nombre de origen italiano: Germán. La madre del pequeño se enojó mucho y le arrebató a su hijo gritando: “¡Mi hijo se llamará Genaro Cipriano!”.

          Fue tal el forcejeo que el ropón del niño se rasgó produciendo un ruido muy feo y el bebé quedó descubierto del ombligo para abajo. En ese momento, el niño empezó a orinar y salpicó el rostro del cura. Al darse cuenta Lupe, la mamá del bautizado, dirigió el mínimo chorro hacia la cara de su suegra, y ésta, escupiendo acá y allá, se abalanzó sobre Lupe para quitarle al niño…

          Ante el caos reinante, el cura le pidió a las mujeres que se pusieran de acuerdo pero no pudieron; fastidiado del espectáculo, el sacerdote tomó al niño y, todavía secándose con las mangas de la sotana, anunció a todos: “Hoy queda bautizado este niño en la Ciudad de México, y llevará por nombre Germán Genaro Cipriano Gómez Valdés Castillo”.

          Y santo remedio, todos se fueron felices y contentos sin imaginar que el pequeño que los había convocado ese día se convertiría en comediante e icono de la cultura popular mexicana.


La Historia Inédita de Tin Tan (2003).

Rosalía Valdés Julián

Un Sacrificio por la Ciencia


            Francis Bacon, quien se autonombró “portavoz de la nueva época”, fue el primero en insistir en que las ideas científicas debían verificarse experimentalmente antes de ser aceptadas.

          A principios de 1626, Bacon, a sus 65 años, emprendió un viaje en diligencia con el doctor Whiterborne rumbo a la colina Highgate, en las afueras de Londres. Los dos amigos discutían acerca de cómo se podrían conservar los alimentos en el hielo. Al ver la cúspide de la colina cubierta de nieve, Bacon propuso un experimento. Le compró un pollo a una mujer que vivía por ahí y le pidió que lo matara y se lo entregara limpio. Él le ayudó a rellenarlo con nieve.

          Todo esto tomó tiempo, y Bacon se enfrió tanto con la nieve que empezó a tiritar violentamente. Al poco rato estaba tan enfermo que no pudo continuar el viaje. Lo llevaron a una casa cercana, propiedad de su amigo el conde Arundel.

          Tuvo la mala fortuna de que ahí le dieran una cama húmeda; el enfriamiento se volvió bronquitis. Murió el 9 de abril. “En cuanto al experimento”, escribió en su última carta, “fue un rotundo éxito”.


¿Sabía Usted Que…? (1992).

Readers´s Digest México

sábado, 29 de agosto de 2020

Necesaria Costumbre


           En la España del siglo XVII, era común que la gente orinara en las esquinas, en los portales o en las mismas puertas de las casas. Para evitar estas evacuaciones, algunos vecinos ponían en las puertas y paredes especialmente críticas o atractivas a la micción, una cruz o la representación de algún santo.

          Por lo visto, Francisco de Quevedo tenía la costumbre de utilizar comúnmente un determinado portal como urinario. Un día se encontró en él una cruz y a pesar de todo, siguió cumpliendo con su costumbre por otra parte tan natural. En su siguiente visita, junto a la cruz había un cartel con el texto: «Donde se ponen cruces no se mea».

          Quevedo, muy seguro de sí mismo,  escribió debajo: «Donde se mea no se ponen cruces».


Curistoria. Curiosidades y Anécdotas de la Historia (2013).

Manuel J. Prieto