domingo, 8 de septiembre de 2019

Irónicos


El romántico autor inglés, George Gordon Byron, sufría mucho por aquel defecto físico que le restaba prestancia y gallardía. En cierta ocasión, la duquesa de Devonshire, muy hermosa, pero bizca, quiso gastarle una broma con su juego de palabras, y le preguntó:
--¿Cómo anda hoy, Lord Byron?
                Y dejaba asomar una sonrisita irónica por la ventana pícara de sus ojos.
                El poeta, fingiendo una tranquilidad que no sentía, contestó:
                --Señora, ando como usted ve: muy mal.
                Y también él dejó que en sus ojos se dibujara la chispa de la ironía.

Melosetodo de las Anécdotas de la Historia (1996).
Pancracio Celdrán