En 1945, Silverio Pérez,
torero mexicano, iba a tomar la alternativa en la Plaza de Las Ventas, en
Madrid. El miedo que Silverio tenía a torear en el extranjero era leyenda y,
con la corrida ya firmada, presentó un certificado médico que lo excusaba: un repentino
mal de la vista hacía que viera doble, ¿cómo iba a torear si veía dos astados?, alegó, ¿a cuál de los dos
mostraría la muleta?
Silverio nunca pudo tomar la
alternativa en España, regresó a México y para desagraviarlo y restarle
importancia a su mal, Cantinflas lo
invitó a comer. Comieron quesadillas de botana, y cuando sólo quedaba una, Cantinflas dijo:
--Como usted ve doble, compadre,
yo me tomo ésta y le dejo la otra.
Estupideces de Todos los Días
(2014).
“El Jamaicón” y sus
Precursores.
Sealtiel Alatriste
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