martes, 13 de noviembre de 2018

Al Exilio



Maximino Ávila Camacho acostumbraba a codiciar los logros ajenos haciéndose de manera fácil de lo que le gustara. Tuvo una “idea brillante” con respecto a su compadre, el empresario mexicano Anacarsis Peralta, mejor conocido como Carcho Peralta. Una tarde de la segunda mitad de 1942 se presentó en el despacho de Anacarsis, presionándolo para que le vendiera la empresa del Toreo de la Condesa. Por supuesto que Carcho se negó.
--Ya te expliqué, y de sobra lo sabes, que este es mi negocio: yo lo hice y yo te invité, participándote de los beneficios que produce mi trabajo.
Maximino mencionaba que no le gustaba como Carcho estaba manejando las finanzas, alegando esto como excusa para presionar sobre la venta. Carcho le dijo:
--Sabes que eres un tal por cual y conozco tus métodos, pero a mí no me vas a amedrentar y aunque tengas tus pistoleros a sueldo aquí estamos tú y yo, y tú también traes pistola, sácala y nos morimos los dos, pero tú te vas primero.
Ante tal valentía, Maximino, no se atrevió a intentar nada en el momento, sin embargo, un teniente coronel, jefe de ayudantes de Maximino, pero amigo también de Carcho, lo buscó al día siguiente para decirle que Maximino estaba furioso porque lo retó y se negó a vender el negocio. “Ya ordenó que te busquen y te asesinen. Vete de México en cuanto puedas”.
La esposa y hermanas de Carcho, le rogaron que dejara el negocio y se fuera por un tiempo.
A los pocos días, Carcho tomó un avión con destino a Sudamérica (Brasil y Argentina), un “exilio voluntario” al que se sumó su querido amigo Gilberto Guajardo.
Sobra decir que Maximino no sólo se adueñó de la empresa taurina, pagando el precio que le dio la gana. También se apoderó del Rancho San Manuel que Carcho tenía en Puebla.
Mas con todo, Anacarsis no perdía su buen humor. Antes de tomar el vuelo, Gilberto le comentó:
--A ver cómo nos va, Carcho, porque yo llevo poco dinero.
--No te preocupes, yo traigo aquí unos centenarios.
--¡Pero si está prohibido sacarlos de México, Carcho! Seguro que tendremos problemas.
--Mira, si tienes miedo adelántate y yo los paso. Toma, llévate mi abrigo.
Pocos minutos después, ya en el aire y sin que hubiera habido novedad, Gilberto le preguntó:
--Oye, ¿cómo te fue con la pasada?
--¿Con qué? –respondió Carcho.
--¡Pues con los centenarios!
--¿Los centenarios? ¡Fuiste tú quien los pasó en mi abrigo…!


Hotel Regis (2015).
Sergio Peralta Sandoval

domingo, 4 de noviembre de 2018

Cosas que Inspiran


Isaac Asimov, el escritor de ciencia ficción estadounidense, narra que en alguna ocasión su esposa Janet tenía un fuerte dolor de cabeza, pero aún así se sintió obligada a prepararle la cena. Resultó ser una cena exquisita. Él comentó:
                --Deberías tener jaquecas más a menudo.
                Su esposa le arrojó alguna cosa, eso le inspiró escribir el cuento “Versos luminosos”.

Cuentos Completos II (2005).
Isaac Asimov